A la hora de comprar un coche eléctrico, una de las cuestiones a tener en cuenta es el tiempo de carga de la batería, puesto que esto repercute directamente en la planificación de los desplazamientos. Por eso, en este artículo nos centramos en los modos de carga de un vehículo eléctrico y en lo que debes saber con respecto a las tomas.
Los modos de carga de un vehículo eléctrico son importantes porque son los que permiten determinar cuál es la potencia de la conexión y el tiempo que llevará la recarga de la batería. En Europa contamos con cuatro exactamente; tres de ellos con corriente alterna y uno con carga bidireccional. Son los que te dejamos a continuación:
La carga convencional está estandarizada y es compatible con todos los vehículos eléctricos que hay en el mercado, incluidos los coches sin carnet de AIXAM. Son las que se utilizan en las viviendas y en los garajes privados, por lo que no son exclusivas para vehículos eléctricos. Tiene una corriente alterna monofásica de una tensión de 230 voltios (V) y una intensidad máxima permitida de 16 amperios (A).
Al ser la potencia entre 3,7 y 7,4 kW, el tiempo de carga es más elevado que en los demás modos de carga de un vehículo eléctrico y puede llevar desde seis hasta doce horas para conseguir la carga completa de la batería. Al menos, cuando es de 40 kWh. De ahí que se dejen durante toda la noche. En cualquier caso, al no contar con protección por ser un enchufe estándar, solo se deben usar de forma ocasional.
Esta carga tiende a desaparecer y solo la incorporan ya algunos vehículos eléctricos. Utiliza también una corriente alterna trifásica, cuya tensión es de 400V y la intensidad de hasta 32 A. La potencia normal es de 22 kW, pero algunos coches solo tienen hasta 11 kW. Aun así, el tiempo de carga se reduce hasta una o dos horas.
Una diferencia con el modo de carga anterior es que, a pesar de que tampoco es exclusiva para los vehículos eléctricos, este sí cuenta con un sistema de protección que viene en el cable y un interruptor del diferencial. El objetivo es evitar las interferencias con la conexión a la red. Es un sistema idóneo para coches eléctricos con baterías pequeñas o para híbridos enchufables que se basa en un conductor piloto de control que va entre el coche y la clavija.
Las cargas rápidas son el principal de los modos de carga de un vehículo eléctrico que hay en la vía pública, que deben contar con una nueva señalización de la DGT, así como en los garajes comunitarios, centros comerciales y otros establecimientos. Se las conoce como Wallbox y se trata de una corriente continua de 400V y de hasta 125A, con una potencia de 50 kW. Son exclusivas para vehículos eléctricos con sistema SAVE, que significa Sistema de Alimentación Específico para Vehículos Eléctricos, y que permite la comunicación inteligente entre el coche y el operador eléctrico.
Sus ventajas principales son que dispone de varias protecciones de seguridad y de que el tiempo de recarga se reduce hasta la hora o incluso media hora. Para la carga, basta emplear un cable que une el punto de recarga con el vehículo. Estos son conectores tipo 2 Mennekes o tipo 1 SAE J1772. La intensidad máxima de recarga que se permite son 63 A.
Esta modalidad se utiliza en las cargas públicas en carretera y llevan un transformador de corriente alterna en continua. Su uso se está incrementando, debido al aumento también de la apuesta por los vehículos eléctricos. La corriente tiene entre 400 y 800 V y de 400 A. La potencia oscila entre los 100 y los 350 kW, por lo que el tiempo de recarga se reduce hasta los 20 minutos o incluso menos. En esta opción, el vehículo se conecta a la red de Baja Tensión a través de un SAVE específico y cuenta con control y seguridad en la parte de la instalación que es fija.
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